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Soledad en la Tercera Edad: Cómo combatirla

Hacerse mayor no es tarea fácil: las personas que alcanzan la tercera edad casi siempre llegan a ella arrastrando problemas de salud o sufriendo de problemas nuevos. Recurrir a una empresa especializada en el cuidado de personas mayores puede ser una buena solución para mejorar su calidad de vida. También hay empresas que pueden aportar un servicio de acompañamiento de mayores cuando han de afrontar sus problemas de salud sin la compañía de sus seres queridos. Tristemente, la mayoría de los ancianos tienen que hacer frente a la soledad, un nuevo enemigo tan cruel como silencioso. La soledad en la tercera edad es enemigo díficil de combatir.

La soledad, caldo de cultivo para la depresión

La soledad hace que muchos ancianos sufran de una tensión emocional continuada, que poco a poco acaba por consumirles, y el resultado de numerosos estudios al respecto es concluyente: la depresión en la vejez es un hecho muy extendido, y la soledad es, casi siempre, el detonante. Hay que puntualizar que la depresión no es un sentimiento espontáneo, sino que es una patología psicológica; no brota de repente en la mente de las personas, sino que sigue un proceso continuado durante la vida hasta que, en algún momento, se manifiesta definitivamente.

Hay algunos momentos clave en la vida de las personas mayores que pueden ser desencadenantes de la anteriormente mencionada tensión emocional y provocada soledad en la tercera edad:

  • Los hijos crecen, maduran, y se marchan de casa para vivir sus propias vidas. Ya no son niños, y parece que ya no necesitan a sus padres; esto genera tristeza en los progenitores, lo que se conoce como «síndrome del nido vacío«.
  • La pareja fallece y toca afrontar la viudedad, y por tanto encontrarse con la soledad después de compartir tantos años de vida.
  • Llega la jubilación, el momento de decirle adiós al trabajo y a los compañeros. De repente, no formar parte del mercado laboral abre un abismo ante los ojos del jubilado, el cual comienza a sentirse «fuera del sistema» por primera vez.
  • La familia se aleja, porque hay muchas responsabilidades a las que atender, y como tantas veces ocurre, lo urgente se antepone a lo importante; así que, simplemente, la familia deja de visitar, deja de llamar y deja de contar con el anciano a medida que pasa el tiempo.

Al respecto del último punto, las noticias provistas por los medios de comunicación son muy tristes: durante la pandemia del coronavirus han fallecido ancianos por todo el territorio nacional que han sido echados en falta por sus médicos de cabecera o los farmacéuticos de sus barrios, no por sus familiares. Es un dato que constata el drama del abandono a las personas mayores.

La asistencia profesional

Cuando un anciano afronta esta etapa, suele necesitar ayuda, bien por la demanda psicológica (por su combate contra la soledad), bien por las necesidades derivadas de su estado de salud. Aquí cobra una gran importancia la figura del profesional: cuando el anciano conserva su independencia, los centros de día y el servicio de acompañamiento de personas mayores les pueden ayudar enormemente en la soledad en la tercera edad. En el caso de las personas dependientes, existen profesionales que les acompañan en sus visitas a los centros médicos, ingresos hospitalarios o asistencia a domicilio, puesto que, en la mayoría de ocasiones, las familias de los ancianos no pueden cubrir esa necesidad.

soledad en la tercera edad

La vida no se termina en la vejez

En realidad, a una persona anciana le pesa más la soledad y la carencia de sentido vital, que la mayoría de sus achaques. Aquí van algunos consejos para vivir mejor durante la Edad de Oro:

Combatir la tristeza en medio de la enfermedad

Los achaques de la edad pesan y pueden causar tristeza en quien los sufre, porque la calidad de vida disminuye: sin embargo, como se mencionó anteriormente, la tristeza es un estado de ánimo y la depresión es una patología. Combatir la tristeza es un ejercicio diario que se puede abordar de diversas maneras:

  • Hacer nuevas amistades y ampliar los círculos sociales son grandes medidas para combatir la soledad: las personas mayores tienen todavía mucho que aportar a grandes y pequeños, dada su dilatada experiencia vital. Las residencias o centros de día proporcionan un entorno excelente para que las personas de la tercera edad puedan relacionarse entre sí, con la consiguiente empatía que pueden sentir unos por otros.
  • Llevar consigo fotos de los seres queridos hace que los buenos recuerdos vuelvan al primer plano: aunque no sea bueno vivir solo de recuerdos, es muy recomendable no dejar de recordar a quienes se quiere.

soledad en la tercera edad

Cuidar la alimentación y el sueño

Todos los nutricionistas coinciden: «somos lo que comemos«, y la ansiedad puede jugar malas pasadas. Se recomienda evitar malos hábitos alimenticios (bien por exceso, bien por defecto), así como controlar la ingesta de alcohol (sorprendentemente extendida entre las personas mayores); este último punto es muy importante, puesto que el alcohol es un neurodepresor, que en realidad hace un flaco favor a quien pretenda no caer en depresión. Asimismo, la higiene del sueño es fundamental: con la edad, las personas tienden a pasar menos tiempo dentro de la fase REM, y la sensación de descanso disminuye paulatinamente, lo cual conduce a una mayor irritabilidad.

Enfrentarse a nuevos retos

Anteriormente mencionábamos la importancia de tener una vida con propósito. En la tercera edad, esto cobra una importancia mayor, si cabe, puesto que uno de los sentimientos que más minan la autoestima de los ancianos es la falta de reconocimiento, sentirse «fuera del mundo», sentir que ya no son útiles. Por tanto, invertir tiempo en hobbies (baile, música, lectura, escritura, manualidades, nuevas tecnologías) será algo que les mantendrá ocupados, activos, y con una finalidad.

Hace algunos años, Azúcar Moreno cantaban aquello de «solo se vive una vez«. Por lo tanto, la tercera edad no es el fin de la vida, pese a las dificultades inherentes al envejecimiento. Lamentablemente, antes o después, muchos de nuestros ancianos acaban rindiéndose al pensamiento «ya he vivido lo suficiente», y todas aquellas dificultades les acaban quitando las ganas de vivir. Pero, como se dice popularmente, «todo tiene remedio menos la muerte«. La soledad en la tercera edad también. Contacta con nosotros.